Si eres un wine lover, sin duda habrás oído hablar del cuerpo del vino. Pero, ¿realmente sabes lo que significa? En este artículo te lo explicamos con detalle.
El cuerpo del vino es una de las características organolépticas que se utiliza para describir un vino. Se refiere a la sensación de densidad, peso o consistencia física que se percibe en la boca al beberlo. En otras palabras, se trata de la sensación de “cuerpo” que tiene el vino al beberlo.
El cuerpo del vino se determina por varios factores, como el nivel de alcohol, los taninos, la acidez, la concentración de azúcares y los aromas. En general, los vinos con mayor nivel de alcohol, mayor cantidad de taninos y mayor concentración de azúcares tienen un cuerpo más pesado. Por otro lado, los vinos más ligeros suelen tener una menor concentración de alcohol y menos taninos.
Es importante destacar que el cuerpo del vino no tiene nada que ver con la calidad. De hecho, algunos de los vinos más valorados del mundo tienen un cuerpo ligero.
El cuerpo del vino se puede clasificar en tres tipos: ligero, medio y pesado.
Conocer el cuerpo del vino es importante porque nos ayuda a hacer maridajes más precisos. Por ejemplo, si estamos comiendo un plato fuerte y picante, necesitaremos un vino de cuerpo pesado que pueda soportar el sabor del plato. Por otro lado, si estamos comiendo una ensalada o un plato más ligero, necesitaremos un vino de cuerpo ligero para complementar el sabor del plato.
También es importante conocer el cuerpo del vino porque nos permite apreciar mejor sus características organolépticas. Si sabemos que estamos bebiendo un vino de cuerpo pesado, podemos prestar más atención a las notas de frutos negros o especias en su aroma y sabor. Si estamos bebiendo un vino de cuerpo ligero, podemos apreciar mejor su acidez y notas florales.
En resumen, el cuerpo del vino es una de las características organolépticas más importantes a la hora de describir un vino. Se refiere a la sensación de densidad, peso o consistencia física que se percibe en la boca al beberlo. Esta sensación está determinada por varios factores, como el nivel de alcohol, los taninos, la acidez, la concentración de azúcares y los aromas. Conocer el cuerpo del vino es importante porque nos ayuda a hacer maridajes más precisos y nos permite apreciar mejor sus características organolépticas.